Compra
de Activos Fijos como estrategia de Resguardo: En los episodios de tasas de
interés reales negativas en Venezuela los individuos buscan protegerse de la pérdida
de valor de la moneda debido a la inflación comprando activos fijos que en el
mayor de los casos se revalorizan a la par de la inflación. Pero con las
expropiaciones e invasiones, ni eso es atractivo. Huida hacia el Mercado Paralelo: Si bien es cierto
que en Venezuela ha existido una recurrencia en el resguardo en activos fijos
ante estructura de tasas reales negativas, la situación actual se diferencia
significativamente del pasado. La falta de credibilidad no sólo en la
sostenibilidad de la gestión fiscal, sino en el sistema político y por ende
sobre el nivel de gobernabilidad necesario, produce e imprime sobre los activos
fijos características no deseadas. En un país donde existe una absoluta
indefensión de lo privado ante el Estado, donde las reglas del juego existentes
son desconocidas o no son cumplidas, los activos fijos terminan representando
activos de muy largo plazo. Es de esta manera, como una porción de los retiros
motivados por las tasas reales no irá, como de costumbre, tras activos fijos
sino detrás del mercado negro, con mayor fuerza que en el caso de no existir el
control de cambio. Los activos fijos al representar los activos de más largo
plazo y por tanto menos líquidos no serán considerados como resguardo por
aquellos individuos que ven lejano el horizonte de solución de la crisis
actual. Todo lo anterior alimentará una inusual y más nutrida demanda en el
mercado negro o paralelo, buscando proteger no sólo el valor de su patrimonio,
sino la posibilidad de disponer del mismo. Finalmente esta demanda sobre el
tipo de cambio paralelo tenderá de depreciar con mayor velocidad al bolívar, a
la vez que constituye un caldo de cultivo perfecto para el lavado de dólares en
Venezuela. Liquidez de la Banca: Todas las razones
anteriores indican que la situación de liquidez en el sistema financiero
venezolano puede agravarse, pudiendo exponer a algunas de las instituciones más
débiles al respecto, siendo la última cifra publicada por el Banco Central de
Venezuela los 444.577 millones de bolívares al 27 de enero del 2011. Los
efectos psicológicos del conocimiento y difusión de una situación como la
expuesta, alimentará un fenómeno de profecías autocumplidas de la que más de
una institución financiera no pudiera escapar.
Competencia Destructiva: Si la velocidad de "inundación" de liquidez
monetaria ante el corralito implícito que representa el control de cambios no
es suficiente, la disminución reciente en la estructura de tasas pasivas que
desalienta el ahorro, nos harán presenciar un episodio de "destructive
competition" o de competencia predatoria que sin duda alguna profundizará
la crisis económica. Esta es una de las razones que influirá en contra de una
reducción de las tasas de interés. Muchas instituciones financieras, aún cuando
la estructura de tasas activas disminuya se verán obligadas o tentadas a
mantener las pasivas, toda vez que su situación de liquidez no sea de holgura.
Esta situación pondrá en peligro la gestión y situación de algunas
instituciones financieras que componen el sistema financiero venezolano.
Gestión Bancaria difícil Un eventual control de tasas desencadenado por
añadidura al control de cambio y de precios, con el sentido de controlar no
solo los ingresos de los empresarios sino también sus gastos financieros asociado
a sus "insumos" financieros, podría colocar a la banca nacional en
aprietos. Por un lado, el control de cambios y el eventual control de tasas
tendrán un efecto sobre el Margen Financiero de la banca para el 2003, y por el
otro la inflación esperada sobre el 30% impactará la estructura de Gastos de
Transformación del sistema financiero reduciendo la capacidad de
maniobrabilidad de la misma, todo esto sin que necesariamente mejoren los
índices de calidad de la cartera de créditos. En una primera instancia la
disminución de las tasas de interés cobradas por la banca tanto por sus
inversiones en títulos valores (principalmente deuda pública nacional) como por
su cartera de créditos, presionará hacia una disminución de los ingresos
financieros. Este efecto tasa podría ser más negativo si se le suma un efecto
monto, representado por los bajos niveles de tenencia promedio tanto en la
cartera de inversiones como de crédito y explicado por una lenta recuperación
de los niveles de liquidez en el mercado financiero. Asimismo, las expectativas
inflacionarias y el incremento en los Gastos de Transformación ejercerán sobre
las tasas pasivas hacia la baja, aún cuando exista el riesgo de que los
depositantes encuentren poco atractivo ahorrar a tasas tan bajas y reales negativas.
Ante el escenario descrito previamente la banca nacional se verá forzada a
acometer un esfuerzo de racionalización de los Gastos de Transformación que se
traducirán en despidos, evaluación de rentabilidad y de oportunidad de agencias
bancarias, e incremento del riesgo al ser forzada a financiar a los proyectos
de mayor retorno e incertidumbre. A raíz del eventual control de las tasas de
interés no necesariamente se observará una recuperación ni de los índices de
intermediación, ni se recuperará o mejorará la situación de morosidad de la
cartera de créditos manejada por la banca. Más papeles El nivel de
empapelamiento de la banca nacional producto de la negociación y compra de
títulos del gobierno han desplazado a la actividad privada como demandante por
excelencia y natural de los recursos financieros con los que cuenta el sistema
financiero nacional. De hecho se ha producido en fenómeno de trade off
(desplazamiento) de la deuda pública a la privada. Esto constituye un elemento
que hace pensar no deseado tasas reales muy negativas para el fisco, ya que se
destruirá ahorro que finalmente está financiando la burocracia actual. Sobre la
calidad de la cartera de crédito que posee la banca nacional, podrá terminar
pesando más la incertidumbre y la disminución de flujo de efectivo de los
deudores ante un escenario recesivo de controles de precios, que la disminución
de los gatos financieros generada por la reducción de las tasas de interés.
Finalmente, la banca se verá sobre−expuesta no sólo a problemas de liquidez
sino al riesgo crediticio, ya que es reconocida por la literatura
especializada, así como por especialista en la materia que la banca en países
en vías de desarrollo, tradicionalmente expuestos a shocks externos, cobra
subsidios cruzados de los buenos a los malos pagadores vía mayores niveles de
tasas de interés o de ensanchamiento del spreadbancario. Y además sin inversión
Con una inflación del 30% y un alto riesgo−país, el escenario no es fácil para
los venezolanos que intentan que su dinero no se devalúe. Hace apenas dos años,
el "menú financiero" (es decir las opciones para colocar el dinero)
era variado y, aunque con ciertas restricciones, funcionaba. Pero las cosas han
cambiado. En aquel entonces, la compra inmobiliaria (como inversión en sí misma
o, para alquilar, como activo que generaba renta) todavía era una opción
válida, y las casasde bolsa ofrecían diversidad de portafolios y carteras,
entre los cuales tuvieron auge, por ejemplo, los fondos
mutuales (que combinaban efectivo, acciones y bonos, para obtener más
rendimientos) y los Exchange Trade Funds (ETF), definidos en torno a géneros o
sectores específicos de la actividad económica nacional. Actualmente, el
mercado se ha ido "simplificando". La Bolsa de Valores (privada) se
ha reducido al mínimo, a raíz de las expropiaciones y cierre de empresas en los
últimos años, y la Bolsa de Valores Pública aún no funciona a plenitud. El
gobierno acusó a buena parte de las casas de bolsa de "especuladoras"
y tuvieron que cerrar sus puertas, prohibiéndose sus transacciones. De hecho,
muchas operaciones que en otros países son perfectamente normales, en Venezuela
han pasado a ser ilícitas. Por ejemplo, "si un venezolano quiere invertir
en el exterior, corre el riesgo de que su acción sea vista como fuga de capitales",
dicen los empresarios. Van 9 años de control de cambio en Venezuela y las
oportunidades de adquirir divisas se ha vuelto cada vez más áridas, por lo que
en este momento lo que más caracteriza al mercado financiero local es la gran
cantidad de bolívares que no pueden ser convertidos en divisas,
"encerrados" en el país. Ley de arrendamiento para acabar con el
arrendamiento La más reciente Ley de Arrendamiento prácticamente paralizó el
mercado inmobiliario. Comprar un inmueble, en condiciones altamente reguladas y
con pocas garantías a la propiedad privada, ha dejado de ser una inversión para
pasar a convertirse en un riesgo. Una gran pregunta que ensombrece al país es:
¿de qué van a vivir aquellas personas que se sostenían del alquiler de algún apartamento
o casa de su propiedad, ahora que la ley las obliga a regirse por precios con
topes? (Cabe aclarar que el gobierno autorizará solo entre el 3% y 5% de
rentabilidad por concepto de alquiler) Lo cierto es que los dueños de inmuebles
quieren vender lo mucho o poco que tienen (exceptuando la vivienda principal),
antes de que el gobierno también regule los precios de venta de las
propiedades; y se calcula que están a un paso de hacerlo. Por su parte, el
Ejecutivo no deja de sostener que la Ley de Arrendamiento (y todas las leyes
que le atribuyen alto dominio al Estado) favorecerá a los sectores más
vulnerables de la población, pero en la práctica el mercado inmobiliario se ha
trancado. Comprar bonos aunque sean malos Los empresarios tratan de aprovechar las
oportunidades que significan las emisiones de bonos de la República para
adquirir divisas (aunque en las últimas emisiones se ha privilegiado a las
entidades públicas como destinatarias, dejando pocos recursos para el resto de
las compañías). Con los bolívares "represados" en el país (las
multinacionales no pueden repatriar ganancias al exterior), deciden invertir en
maquinarias, enseres y tecnología. En cuanto a la opción del ahorro, éste no es
estimulante ya que los intereses que generan los bancos es bastante menor que
la inflación; no obstante, muchos economistas recomiendan no subestimarlo y,
por lo menos, preservar una parte de los ingresos para los gastos fijos (salud,
educación, comida, otros) y emergencias. En pocas palabras, el panorama está trancado.
Sin embargo, se acerca fin de año y llegan las utilidades, aguinaldos y otros
ingresos adicionales a los habituales, que llevan una vez más a plantearse qué
hacer y qué nuevas estrategias desarrollar. Particulares de ingresos medianos
El primer consejo es cancelar − o al menos amortizar− las deudas, sobre todo
las tarjetas de crédito, ya que generan altos intereses sobre intereses, ¿Pero
con qué? Muchas personas tienen el hábito de mantener dinero en las cuentas de
ahorro o corriente, al tiempo que acumulan deudas en las tarjetas de crédito,
cuando lo que conviene es pagarlas, aunque esto signifique menores montos en
las cuentas. Si se trata de deudas en condiciones de tasas de interés
negativas, no se recomienda cancelarlas totalmente, sino de acuerdo a la forma
de pago establecida inicialmente. "Quienes necesitan enseres, como
artefactos, línea blanca para el hogar, carro o similar, deberían comprarlos
antes de que aumenten de precio por la inflación", comentó el economista
Emeterio Gómez. Generalmente los economistas aconsejan no conservar los
bolívares ya que "la inflación los come". Sin embargo, hay que tomar
previsiones. Según José Grasso Vecchio, una "medida sana" es destinar
entre 10% y 20% de los ingresos al ahorro, hasta alcanzar un monto equivalente
a entre 3 y 6 meses de ingresos, aunque la tasa del ahorro sea negativa. Ese
ahorro permite cubrir las necesidades básicas de funcionamiento cotidiano y el
pago de las cuentas mensuales, para tener cierta tranquilidad. Se considera que
una persona tiene libertad financiera cuando sus ingresos superan, por lo
menos, 20% de sus gastos. La meta debería ser ahorrar o invertir el 20% de los
ingresos mensuales, destinar otro 20% al pago de deudas y el restante 60% para
gastos. Ahorrar en moneda extranjera es lo ideal en este momento, pero las
restricciones del control de cambio inhiben esta posibilidad. "Comprar
dólares a través de bonos y sus variantes es una buena opción, por lo que hay
que estar pendiente de las emisiones de la República", agregó Gómez. Sin
embargo, advierte que no sería la primera vez que un gobierno se declara en
quiebra o sin capacidad suficiente de pago (tal como sucedió con "el
corralito" en Argentina y Uruguay). "De ocurrir, el país estará lleno
de papeles sin respaldo", señaló. Sin embargo, ese escenario es improbable
por la garantía que siempre ha significado el petróleo en este país. A pesar de
las leyes que atentan contra la propiedad privada o su valor, Gómez no descarta
la opción inmobiliaria en el caso de aquellas personas que no tienen vivienda
principal. Aunque las nuevas leyes afectaron este sector, se estima que habrá
algo de movimiento en el mercado secundario en el año 2012, dado por personas
que querrán vender sus activos, lo que será una oportunidad para quienes no tienen
vivienda. El economista Alexander Guerrero, por su parte, considera también que
la Ley de Arrendamiento mató la posibilidad de comprar vivienda como inversión
o defensa ante la devaluación. "Los precios de la vivienda caerán a
precios viles", proyectó. Asimismo, recomienda usar al máximo los cupos de
Cadivi (para ello hay que efectuar un pago oportuno de las tarjetas de
crédito). Bajar los niveles de consumo es otra de sus sugerencias, ya que a fin
de año se tiende a gastar más, pero la coyuntura nacional exige previsión.
Sobre la opción del mercado de capitales, opina que éste es mínimo, de poco
acceso y requiere asesoría, por lo que en este momento lo descarta para el
particular. Pymes y grandes empresas "El Gobierno dice que el PIB crecerá
5%, pero tengo mis dudas. Las perspectivas del año 2012 no son buenas; hay
restricciones a la inversión y a la propiedad privada, así que el estancamiento
continuará", opinó Guerrero. En ese contexto, el economista señala que si
bien las grandes empresas o pymes podrían entrar en lo que queda del mercado de
valores en el país, no lo recomienda por los riesgos que actualmente implica
(o, por lo menos, considera que no habría que hacerlo sin el asesoramiento
correspondiente). El experto desestima el potencial de la Bolsa Pública de
Valores y no recomienda sus instrumentos. "Las reglas cambian
continuamente en el país, por lo que no lo aconsejo", dijo
textualmente. Hoy en día, los empresarios con cuentas en el exterior del país,
optan por participar activamente en el "money market", en operaciones
que ponen a rotar dinero con frecuencia y al final del período obtienen
ganancias (pero no se trata de una opción dentro de Venezuela). Al igual que en
el caso de los particulares, si las empresas tienen bienes inmuebles en el país,
Guerrero aconseja no alquilarlos sino venderlos antes que los precios caigan.
También ve en las emisiones de bonos una buena oportunidad para las empresas,
independientemente de su tamaño o rubro. Según el economista Pedro Palma, el
probable que el gobierno siga emitiendo bonos el próximo año y aclara que
"esas emisiones no le conviene a la República, pero sí a los
destinatarios". Sin embargo, advierte que en las últimas emisiones de la
República solo se transaron US$3.000 millones. "Igual hay que intentarlo,
porque conviene el alto rendimiento en dólares que generan esas
emisiones", agregó. A su entender, hay que olvidarse totalmente de los
Títulos de Interés de Capital Cubierto (bonos TICCs) no sólo porque han
desaparecido del mercado, sino porque en su momento supuestamente daban
cobertura contra la devaluación y terminaron resultando un fracaso. Como otros
economistas consultados, Palma también se muestra escéptico en relación a los
ofrecimientos futuros que haga la Bolsa Pública de Valores al mercado. Sobre la
alternativa de invertir en el exterior, el experto observa que es difícil
lograrlo por el control de cambio y porque, además, se requiere de gran músculo
financiero. Últimamente muchas empresas, sobre todo las franquicias
venezolanas, se han diversificado en otros países para disminuir el riesgo, con
resultados variables. La cosa está fea. Por supuesto, ya saltó el Partido
Comunista de Venezuela reclamando la nacionalización de las instituciones
financieras que operan en el país. "La razón de ser de la banca privada no
es la justicia ni la solidaridad, ni dar préstamos ni ayudas, es la acumulación
y reproducción del capital en su propio beneficio. El PCV plantea la
nacionalización de la banca privada, para lograr que una fuerte banca pública
revolucionaria se ponga al servicio del país", declaró Carlos Aquino,
portavoz del gallo rojo. Como si algún país comunista del mundo hubiera tenido
algún éxito económico.
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